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Domingo, 10 de febrero de 2013

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5o domingo, Tiempo Ordinario


Isaías 6:1-2, 3-8
1 Corintios 15:1-11
Salmos 138:1-5, 7-8
Lucas 5:1-11

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él me tocó

"Mira: esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido borrada y tu pecado ha sido expiado" (Isaías 6:7).

La manera apropiada de reconocernos pecadores no es en comparación con otros, sino al darnos verdadera cuenta de quién es Dios, su santidad y su majestad, y particularmente al compararnos con su santidad.

Cada lectura de hoy tiene en común con las otras un hombre que se reconoció pecador e indigno ante Dios. Hay otro elemento en común y es que este hombre además reconoció que Dios le llamaba a su servicio. Isaías, Pablo, y Pedro, cada cual se encontró frente al Señor y sintió profundamente el poder impresionante de Dios. (Is 6:1ss; Hch 9:3ss; Lc 5:5ss). Cada uno permitió a Dios que le limpiara e hiciera digno de su servicio. Ellos respondieron comprometiéndose profundamente con el Señor mostrando una firme perseverancia para el resto de su vida.

Dios sabe que somos pecadores. Por eso nos envió un Salvador, Jesús, para salvarnos de nuestros pecados. El sabe que somos pecadores e indignos, y aun así, en su sabiduría, nos llama. Jesús nos quita nuestro pecado. El toca a nuestros labios de forma particular en la Eucaristía y nos limpia. Nos manda: "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres" (Lc 5:10). Aunque seamos indignos, su gracia, que llevamos por dentro, es eficaz (2 Cor 12:10).

Dios no quiere que languidezcamos regodeándonos en sentimientos de indignidad. Más bien nos pide que nos arrojemos al vasto y profundo océano de su gracia (Lc 5:4), nos pide que nos abandonemos a su misericordia y entremos a su servicio. Entrega tu vida a Jesús. Dale tus pecados y tu vida.

Oración:  Padre, iré adonde quieras que vaya.

Promesa:  "No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres" (Lc 5:10).

Alabanza:  Alaben a Jesús resucitado, quien lleva las marcas de su muerte como signo de su gran amor por nosotros.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial)

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012

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