Cuando el Señor promete algo muy grande, a menudo, anuncia su promesa ordenándonos a no temer (ver Lc 1:13, 30; Mt 1:20). La implicación es que cuando nos rendimos al miedo, podemos sabotear la obra de Dios en nuestras vidas.

Un pacto es uno de los antídotos del miedo, y es también una garantía del cumplimiento de las promesas de Dios. Después de que Dios mandó a Abram a no temer y le prometió una gran recompensa (Gn 15:1), "el Señor hizo una alianza con Abram" (Gn 15:18). Del mismo modo, el Señor ha hecho con nosotros el último pacto en Su sangre (Mt 26:28) cuando murió en la cruz por nosotros. Hemos entrado en esta alianza al ser bautizados en Su muerte (Romanos 6:3). Al vivir nuestra alianza bautismal, vencemos el miedo y estamos seguros del cumplimiento de las promesas de Dios.

Renueva tus promesas bautismales: no temas. Bendíganse con agua bendita. Lo que Dios te ha prometido en el bautismo se cumplirá. Celebren el aniversario de su bautismo; no temas. Vivan prácticamente su bautismo cuando estén en una pequeña comunidad cristiana. "Reconozcan entonces con todo su corazón y con toda su alma, que ni una sola de todas esas admirables promesas que les hizo el Señor, ha caído en el vacío: todas se han cumplido y no falló ni una sola" (Jos 23:14). "Todas las promesas de Dios encuentran su "sí" en Jesús" (2 Co 1:20). Eres bautizado en Él. ¡Aleluya!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de marzo de 2017.

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