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Viernes, 19 de octubre, 2012

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San Juan de Brebeuf
San Isaac Jogues y Compañía


Efesios 1:11-14
Salmo 33:1-2, 4-5, 12-13
Lucas 12:1-7

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Reflexiones Similares

gente de alabanza

"...gente que Dios ha hecho Suya, para alabar Su Gloria." &#151;Efesios 1:14

El mundo nunca menciona que las personas están alabando a Dios. Por este silencio, algunos concluirían que las personas no alaban a Dios. Sin embargo, la realidad es que hay una sinfonía de alabanza que no tiene fin, ocurriendo en la tierra. Alrededor del mundo, personas devotas y consagradas a la religión, alaban a Dios por lo menos dos veces diarias en la Liturgia de las Horas. Ahora mismo, muchos están orando las Divinas Alabanzas en Bendición, Adoración Eucarística, u oraciones privadas. Muchos otros están alabando a Dios con una canción o con el carismático don de Lengua. Bebes y pequeños niños están ofreciendo alabanza a Dios (Mt 21:16; Sal 8:3). Lo mejor de todo, la Santa Misa es ofrecida sin parar alrededor del mundo en Alabanza del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo.

Estamos "predestinados a alabar" la Gloria de Dios (Ef 1:12). Dios nos ha hecho "Suyos, para alabar Su gloria" (Ef 1:14). Nuestras alabanzas son un preámbulo del cielo, donde estaremos cautivados en la Adoración de Dios Trino, alabándolo "sin pausa" (R 4:8).

Ya que Dios nos ha hecho personas de alabanza, vivamos hasta el final nuestra vocación de alabanza. "Es justo y necesario alabarlo" (Sal 147:1). "Canten Sus alabanzas" (Sal 33:2). "Canten alabanzas a Su nombre" (Sal 135:3). Alaben a Dios en la mañana y en la noche (Sal 92:2-3). Alaben al Señor toda su vida 9Sal 145:2). "¡Que todo lo que respire alabe al Señor! Aleluya" (Sal 150;6).

Oración:  Espíritu Santo, derrama Tu amor en los corazones de todos los creyentes (Ro 5:5). Que "las alabanzas de Dios estén en sus gargantas" (Sal 149:6). "Señor, abre mis labios, y mi boca proclamará Tu alabanza" (Sal 51:17).

Promesa:  "¡Hasta los cabellos en tu cabeza están contados! No temas pues. Vales más que una bandada de pájaros." —Lu 12:7

Alabanza:  La tribu de Iroquis le quitó varios dedos a San Isaac. Él perseveró y utilizó sus manos heridas para celebrar la Misa y bautizar a los indígenas convertidos, hasta que fue hecho mártir.

Referencia:  (Esta lección fue introducida por un miembro de nuestro equipo editorial.)

Rescripto:  †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 13 de augusto de 2012

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