Antes de haber sido bautizados en Cristo Jesús (ver Rm 6:3), "eran ajenos a la alianza y su promesa" (Ef 2:12). Nosotros "estábamos sin esperanza y sin Dios en el mundo" (Ef 2:12). Estábamos lejos de Dios (Ef. 2:13, 17). Sin Cristo, una barrera se interponía entre nosotros y Dios (cf. Mt 27:51), y entre judíos y gentiles (Ef 2:14).

Jesús cambió todo esto por medio de su cruz (Ef 2:16). "Esto significa que ya no son extranjeros ni extraños. No, son conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Se forma un edificio que se levanta sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular"(Ef 2:19-20). "Una vez no fueron gente, pero ahora sois pueblo de Dios, una vez no había piedad para ustedes, pero ahora han encontrado misericordia" (1 Pe 2:10).

Antes de que viviéramos en y por Cristo, estábamos muertos (Efesios 2:1). Después de convertirnos en nuevas criaturas en Cristo, comenzamos a vivir. Por lo tanto:

• debemos agradecer al Señor constantemente y alabarlo por siempre,
• debemos amar a la gente lo suficiente como para decirles la buena noticia de Jesús, y
• deberíamos alegrarnos en el Señor siempre (Filipenses 4:4).

Estamos en D.C., no en A.C. Alaba, se testimonio, ¡alégrate!

Rescripto:  †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 13 de augusto de 2012

El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.