Gamaliel, miembro del Sanedrín y un reconocido maestro, consideró posible que Jesús y sus discípulos fuesen de Dios (ver Hechos 5:39). Sabía también que, de no ser así, obra de esos discípulos fracasaría (Hch 5:39), y así llegó a la conclusión de que se debería dejar que esta Iglesia primitiva siguiera su curso en paz (Hch 5:38).

El sanedrín aparentemente aceptó el consejo de Gamaliel (Hch 5:39). Sin embargo, esto es confuso porque mandaron azotar a los apóstoles, lo cual contradice lo de dejarla en paz (Hch 5:40). Esta respuesta confusa al consejo de Gamaliel puede indicar que su consejo no fuera muy claro. Si Jesús y sus discípulos realmente procedían de Dios, no sólo gozaban de pleno derecho a predicar sino eran el comienzo de una de las más grandes obras de Dios, porque Jesús afirmó ser Dios encarnado. Ellos pretendían ser el cumplimiento de la profecía de Joel, según la cual el espíritu sería derramado sobre toda la humanidad (Hch 2:17; Jl 3:1ss). Además, la Iglesia primitiva decía que todos habíamos matado a Dios (Hch 5:30), que había resucitado de entre los muertos, y que Él nos juzgaría (Hch 10:42) y también nos resucitaría de entre los muertos. Con semejante mensaje tan revolucionario, la Iglesia primitiva no era de ningún modo inofensiva. Uno debería o unirse lo más pronto posible a la Iglesia primitiva o exterminarla inmediatamente antes de que hiciera aún más daño.

¿Le sorprende que la Iglesia siga teniendo tantos enemigos en la cultura secular? Sin embargo, la Iglesia saldrá victoriosa y triunfante, dirigida por Jesús, su cabeza.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de diciembre de 2013

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