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Viernes, 9 de octubre de 2015

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san Dionisio y Compañeros
san Juan Leonardo


Joel 1:13-15; 2:1-2
Salmos: 9:2-3, 6, 16,8-9
Lucas 11:15-26

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Reflexiones Similares

radical y fanático

"¡Toquen la trompeta en Sión, hagan sonar la alarma en mi Montaña santa!" (Joel 2:1).

Imagínense entrar en una Iglesia y encontrar al pastor postrado delante del altar llorando y lamentándose en arrepentimiento de sus pecados y de los pecados de la gente de Dios (Jl 1:13). "Porque el salario del pecado es la muerte" (Rom 6:23). Estamos empezando a recibir nuestro salario. De hecho, estamos no sólo recibiendo muerte, pero lo que los Papas llaman "cultura de la muerte".

No debemos minimizar ni utilizar eufemismos para los efectos mortales del pecado. No debemos tomar los efectos del pecado a la ligera, sino tomárnoslo con seriedad, lo suficiente como para llorar y lamentarse. Hay que considerarlo con toda su crudeza, duramente, hasta para romper lo cotidiano con un estado de emergencia. Nuestro problema no es que las cosas estén mal, nuestro problema es que estamos negando que nuestra situación está tan mal. El pecado es el peor demonio que se puede encontrar. Una innumerable cantidad de personas vive en pecado. Consecuentemente, estamos en una emergencia muy apremiante.

En un estado de emergencia, sólo aquellos que parecen ser fanáticos son los que actúan con cordura. El pecado es capaz de ponernos molestos y tristes. "Esa tristeza produce un arrepentimiento que lleva a la salvación y no se debe lamentar; en cambio, la tristeza del mundo produce la muerte. Fíjense bien lo que ha producido en ustedes la tristeza que proviene de Dios. ¡Cuánta solicitud! ¿Qué digo? ¡Cuántas excusas! ¡Qué indignación! ¡Qué temor! ¡Cuántos deseos ardientes! ¡Qué preocupación! ¡Qué castigo ejemplar! De todas las maneras posibles, ustedes han demostrado que son inocentes en este asunto" (2 Co 7:10-11). Sé radical, sé fanático del arrepentimiento.

Oración:  Padre, que haya más tristeza en la tierra por un pecador que no se arrepienta (ver Lc 15:7).

Promesa:  "Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes" (Lc 11:20).

Alabanza:  San Dionisio tenía tanto éxito llevando la gente a Cristo que los sacerdotes paganos se alarmaban por la pérdida de su negocio (ver Hch 19:23-27).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 15 de junio de 2015.

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