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Sábado, 21 de marzo de 2015

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Jeremías 11: 18-20
Salmos 7: 2-3, 9-12
Juan 7:40-53

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Reflexiones Similares

encrucijadas

"Nadie habló jamás como este hombre" (Juan 7:46). "Y por causa de él, se produjo una división entre la gente" (Juan 7:43).

Los guardias del templo se "olvidaron" de arrestar a Jesús por lo impresionados que estaban por sus palabras. Sin embargo, los fariseos no estaban impresionados; dijeron que los guardias y la multitud que oyeron a Jesús habían sido engañados (Jn 7:46ss).

Esta no fue la primera vez que Jesús recibió reacciones tan contradictorias a sus palabras. En su ciudad natal de Nazaret, "estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca" (Lc 4:22). Sin embargo, unos pocos minutos después de "oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad" (Lc 4:28-29).

Jesús, "diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras" (Lc 19:47-48). Las palabras de Jesús eran tan poderosas, populares y convincentes que Él fue protegido por años de los que se enemistaron por esas mismas palabras.

Jesús dijo: "Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo" (Jn 17:14). Jesús es: "la piedra de tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra" (1 Pe 2:8). Nosotros le odiamos a Jesús, su Palabra y a aquellos quienes proclaman su Palabra (ver Jn 15:18, 20), o descubrimos que sus palabras son el gozo y alegría de nuestras corazones (Jer 15:16).

Deja que el Espíritu Santo use la Palabra de Dios (ver Ef 6:17) para crucificar tu cuerpo con sus pasiones y deseos (Gal 5:24). De lo contrario, continuarás crucificando a Jesús (Heb 6:6). Entrégate a la Palabra de Dios con alegría.

Oración:  Padre, acepto tu gracia para amoldar mi vida a tu Palabra.

Promesa:  "Mi escudo es el Dios Altísimo, que salva a los rectos de corazón" (Sal 7:11).

Alabanza:  Jaime dejó su Biblia en el trabajo. Angustiado, regresó a su oficina esa noche para tener su Biblia.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de agosto de 2014

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