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Domingo, 13 de septiembre de 2015

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24to domingo de Tiempo Ordinario


Isaías 50:4-9
Santiago 2:14-18
Salmos 116:1-6,8-9
Marcos 8:27-35

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Reflexiones Similares

el privilegio de sufrir (filipenses 1:29)

"Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad" (Marcos 8:31-32).

Jesús es bien claro sobre el hecho que sufriremos y tendremos que hacer nuestra parte "comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por el Evangelio" (2 Tim 1:8). Él dice francamente que nosotros, los que lo seguimos, debemos olvidarnos de nosotros mismos, debemos cargar la cruz y seguirlo (Mc 8:34). Sufrir es el camino de la salvación, necesario para completar el plan de Dios para salvarnos. Nosotros colmamos en nuestra propia carne "lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de Su cuerpo que es la Iglesia"(Col 1:24).

Esto no significa que todo el sufrimiento es la voluntad de Dios. Jesús repetidamente quita el sufrimiento de la gente curándoles. Cada hospital, cada oficina de médicos y agencias de servicios sociales existen para aliviar el sufrimiento. Pero todavía algunos sufrimientos participan en la muerte de Jesús (Fil 3:10). Estos no deben ser aliviados pero aceptados como nuestro compartir en el sufrimiento de Cristo.

"Felices si son ultrajados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre ustedes. Que nadie tenga que sufrir como asesino, ladrón, malhechor o delator. Pero si sufre por ser cristiano, que no se avergüence y glorifique a Dios por llevar ese nombre" (1 Pe 4:15-16).

Oración:  Rey Jesús hazme digno de entrar en Tu reino, por el cual estoy sufriendo (2 Tes 1:5).

Promesa:  "Pero el Señor viene en mi ayuda, por eso, no quede confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado"(Is 50:7).

Alabanza:  ¡Alabado sea Jesús resucitado. Cuyas palabras reconfortan al fatigado! (Is 50:4).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015

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