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Domingo, 3 de abril de 2016

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2do domingo de Pascua
Domingo de la Misericordia


Hechos 5:12-16
Apocalipsis 1:9-13, 17-19
Salmos 118:2-4, 13-15, 22-24
Juan 20:19-31

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"Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas" (Juan 20:26).

Tenemos una Iglesia llena de tomases inseguros. Así como Tomás se convirtió más tarde en un gran misionero y mártir, también los inseguros tomases de hoy están llamados a renovar la faz de la tierra con el poder del Espíritu Santo (ver Sal 104: 30). Sin embargo, primero deben ser transformados y pasar de una fe timorata a una fe valiente.

Tenemos una Iglesia llena de discípulos temerosos. Estos cristianos reconocen que Jesús ha resucitado. Sin embargo, debido a que a estos discípulos les paraliza el miedo (ver Jn 20:19), a los tomases inseguros de la Iglesia les resulta difícil creer en discípulos temerosos. El miedo alimenta la duda, y la duda nos hace más susceptibles al miedo, lo que empeora nuestras dudas, atrapándonos en mayores temores e incertidumbres.

Jesús rompió este ciclo vicioso desafiando personalmente las dudas de Tomás y llevándolo a la fe. Cuando Tomas exclamó: ¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20:28), preparó el camino para recibir al Espíritu Santo a través de los discípulos de Jesús en Pentecostés. Debido a que el Espíritu Santo no es un espíritu de temor, sino de fe (ver 2 Tim 1:7), después de Pentecostés los discípulos de Jesús dejaron de tener miedo y pudieron llevar a otros a la fe con una valentía no vista antes. La ausencia de miedo fortalece la fe.

Porque estás vivo, estás o bien en un ciclo de miedo y duda o bien en un ciclo de valentía y fe. En este último día de la octava de Pascua, acude a Jesús resucitado, quién te pondrá en el ciclo que conduce a la vida eterna.

Oración:  Padre, en tu misericordia, ponme el reto de arrepentirme.

Promesa:  "No temas: yo soy el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo" (Ap 1:17-18).

Alabanza:  "Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijé-monos en él" (Sal 118:24). ¡Aleluya!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 21 de enero de 2016.

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