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Domingo, 12 de junio de 2016

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11ero Domingo de T. Ordinario


2 Samuel 12:7-10, 13
Gálatas 2:16, 19-21
Salmos 32:1-2, 5, 7, 11
Lucas 7:36-8:3

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Reflexiones Similares

los salmos penitenciales

"Pero yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa, pensando: "Confesaré mis faltas al Señor". ¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado!" (Salmos 32:5).

El responsorio del salmo de hoy es de uno de los siete salmos penitenciales, tal como está detallado en la nota a pie de página de la Nueva Biblia Americana. Los siete salmos penitenciales son 6, 32, 38, 51, 102, 130 y 143. Yo he orado regularmente pasajes de estos salmos en tiempo de arrepentimiento y penitencia y especialmente al prepararme para la Confesión. ¿Alguna vez has estado tan arrepentido por tus pecados que ni siquiera puedes encontrar las palabras para expresar tu pena a Dios? (ver Sal 6:3-4) En ocasiones, he estado tan agobiado por mi pecado que he orado los siete salmos consecutivamente.

El Señor dice: "Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tu falta te ha hecho caer. Preparen lo que van a decir y vuelvan al Señor" (Os 14:2-3). En Su misericordia, Dios te da en los salmos penitenciales las palabras para orar cuando estés tan desalentado por tus pecados que no sabes qué decirle. Tal vez estés "a punto de caer" (Sal 38:18), débil de espíritu (Sal 143:4) o sumergido en "lo profundo" (Sal 130:1) con gemidos, lágrimas y ojos extenuados de tanto llorar (Sal 6:7, 8). Porque debido a tu culpa, ni siquiera puedes dormir (Sal 102:8).

Por lo tanto, para consolarte y reafirmarte, estos salmos declaran que Dios no puede resistirse a un corazón arrepentido. Él acepta un corazón humillado y contrito (Sal 51:19). Arrepentido y temeroso de Él, Él quiere que estés seguro que "con [Él] se encuentra el perdón" (Sal 130:4). Sean personas penitentes y hagan que el cielo se regocije (Lc 15:7).

Oración:  Dios uno y trino, "yo reconocí mi pecado, no te escondí mi culpa" (Sal 32:5). "Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado" (Sal 51:4).

Promesa:  "Tus pecados te son perdonados" (Lc 7:48).

Alabanza:  ¡Te alabamos Señor Jesús, Cordero de Dios! Tú moriste y resucitaste para perdonar nuestros pecados. ¡Aleluya!

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de febrero de 2016.

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