Como cristianos, no solo creemos en Tres Personas en un solo Dios, sino que somos bautizados e inmersos en estas Tres Personas (Mt 28:19). Cuando nos levantamos por la mañana, la primera palabra en nuestros labios es en alabanza del nombre de Jesús. Debido a que Jesús es el único Camino al Padre (Jn 14:6), pronto agradecemos al Padre por darnos otro día, proporcionándonos el desayuno y creándonos. Porque el Padre y Jesús dan el Espíritu Santo (Jn 15:26), en poco tiempo el Espíritu clama en nuestros corazones "Abba", es decir "Padre" (Rom 8:15) y "Jesús es Señor" (1 Co 12:3). Oramos al Padre por medio del Hijo y en el Espíritu. Adoramos al Padre y al Hijo en espíritu y en verdad (Jn 4:24). Como cristianos, vivimos cada día en el fuego cruzado del amor Trinitario.

El Padre habla la Palabra eterna, que es Jesús (Jn 1:1, 14), cuyas palabras son Espíritu y Vida (Jn 6:63). Y recibimos con docilidad esta Palabra en nuestros corazones (Stg 1:21). El Padre habla la Verdad; Jesús es la Verdad (Jn 14:6); "El Espíritu es verdad" (1 Jn 5:6). Vivimos y hablamos la verdad en amor (Ef 4:15). Dios es Amor (1 Jn 4:16). El Padre y el Hijo se aman eternamente el Uno al Otro, y el fruto eterno de este amor es el Espíritu. Vivimos en este amor (Jn 15:10). Vivimos en la Trinidad y la Trinidad en nosotros (ver Jn 6:56; 14:17; 14:23). Para nosotros cristianos, la vida significa vida con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 11 de octubre de 2017.

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