no hay vuelta atrás
""¡Pero no lleves allí a mi hijo!" (Génesis 24:8).
Abraham insistió en que Isaac nunca volvería al lugar de origen ancestral de Abraham, la tierra de los caldeos. Ese era un lugar de religión pagana. Abraham, que había dejado esa tierra para seguir el llamado de Dios, sabía que volver a su estilo de vida de antes que Dios lo llamara podría significar alejarse permanentemente de Dios.
Vivimos en una cultura de muerte. Las tentaciones en la cultura secular abundan, y la presión para "alejarse de [nuestra] sincera y completa devoción a Cristo" puede vencernos (2 Co 11:3). Tal vez tenemos un episodio pecaminoso en nuestra propia historia. Puede involucrar pecado sexual, alcohol, drogas, juegos de azar, rebelión, ateísmo, anticoncepción. Estos episodios y amistades pueden presionarnos instantáneamente para que regresemos a ese viejo estilo de vida. Le dimos la espalda a ese estilo de vida cuando nos volvimos al Señor Jesús (ver Ef 5:3-4). Al igual que Abraham, cuando se presenta la tentación de regresar a ese lugar, debemos decir: "¡Nunca volveré allí!"
Cuando el Señor nos llama a algo, también nos aleja de otras cosas. San Mateo en el Evangelio de hoy es nuestro modelo. Cuando Jesús lo llamó, "se levantó y lo siguió" (Mt 9:9). Mateo nunca retrocedió, y ahora reina en gloria con el Señor. Con Mateo, sigue a Jesús, pon tus manos en el arado y nunca mires atrás (Lc 9:62).
Oración: Jesús, "aunque nadie vaya conmigo, aun así, te seguiré". Sin retroceder, sin dar marcha atrás".
Promesa: "Yo quiero misericordia y no sacrificios" (Mt 9:13).
Alabanza: San Antonio María Zaccaría se convirtió en médico para ayudar en la curación física. Más tarde, fue ordenado sacerdote y se convirtió en un conducto de sanación espiritual.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 12 de diciembre de 2018
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