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Viernes, 10 de octubre de 2014

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Gálatas 3:7-14
Salmos 111:1-6
Lucas 11:15-26

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la segunda oleada de demonios

"Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: 'Volveré a mi casa, de donde salí'" (Lucas 11:24).

Cuando fuimos bautizados, la Iglesia específicamente rezó por nuestra liberación del malvado. Jesús, quien es más fuerte que Satanás, el hombre fuerte, nos ha liberado (Lc 11:22). Jesús nos advierte de que el malvado volverá y tomará nuestras vidas con una remesa de demonios mucho peor que la primera vez si las condiciones son favorables para su regreso (Lc 11:24-26). Por lo tanto, debemos revestirnos de Cristo (Gal 3:27) y llenarnos del Espíritu Santo (ver Hch 2:4), de modo que, cuando el malvado vuelva, quedará rechazado. En otras palabras, debemos vivir nuestro Bautismo como verdaderos discípulos dedicados totalmente a Jesús, o de lo contrario muchos demonios nos atacarán nuevamente.

La alternativa al discipulado no es solamente una actitud de poca convicción y apatía, sino también el riesgo de ser manipulado por el diablo en maneras humillantes y violentas. "En efecto, si alguien se aleja de los vicios del mundo, por medio del conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y después se deja enredar y dominar de nuevo por esos vicios, su estado final llega a ser peor que el primero. Más le hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, apartarse del santo mandamiento que le fue transmitido" (2 Pe 2:20-21). Por lo tanto, vivamos nuestro Bautismo y dediquémonos a "escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones" (Hch 2:42) como también a ayudar a los demás a ser fieles a su alianza bautismal.

Oración:  Padre, obedeciendo a tu Hijo y por el poder del Espíritu, haré discípulos de todos las naciones (Mt 28:19).

Promesa:  "Cristo nos liberó de esta maldición de la Ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros" (Gal 3:13).

Alabanza:  David se fue de la Iglesia por muchos años. Él escuchó la llamada de Dios, la siguió, y ahora comulga a diario.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014

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