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Lunes, 7 de julio de 2014

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Oseas 2:16-18, 21-22
Salmos 145:2-9
Mateo 9:18-26

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¡que se desborde la presa!

"Te desposaré en la justicia" (Oseas 2:21).

Mis colegas y yo estudiamos ciencias forestales. Todos entendíamos como el alterar artificialmente tan siquiera una parte del ecosistema amenaza la salud de todo el bosque. Por ejemplo, cuando se construye una presa y se contiene su corriente llena de vida, la vida vegetal y animal, río arriba y río abajo, sufre cambios notables. Sin embargo, ellos no ve problema en alterar la reproducción humana por medio de anticonceptivos o esterilización. Ellos concluyen que la humanidad arruina los ecosistemas naturales más rápidamente que cualquier otra cosa. Por tanto, la procreación humana debe de ser apresada.

Dios todopoderoso tiene una ecología y economía divinas, que reflejan en la creación la unidad perfecta de la Santísima Trinidad (Catecismo, 260). Toda la creación interactúa armoniosamente cuando se sujeta a su hermoso orden. Dios derrama su superabundante y desbordante río de amor a toda la humanidad, tratando de seducirnos de nuevo en su amoroso orden (Rom 5:5; Os 2꞉16). Como mis colegas de ciencias forestales instintivamente se dieron cuenta, son los humanos quienes bloquean la ecología divina. Así como marido y mujer ponen barreras anticonceptivas para limitar o bloquear su poder reproductivo, levantamos presas y paredes para tratar de controlar o bloquear el amor de Dios. Lo que sigue es catastrófico: divorcio, depresión, pérdida de fe, desobediencia y un campo desolado para la siguiente generación.

¿Sientes que estás ahogándote? ¿Estás luchando para mantener tu cabeza a flote? Arrepiéntete y deja de entorpecer el orden divino de las cosas. ¡Desborda la presa! Deja que el agua fresca de la corriente del Espíritu Santo restaure la armonía refrescante de Dios en tu vida (Jn 7:37).

Oración:  Padre, solo hay un pequeño paso entre estar represado y condenado. Deja que tu río de vida eterna fluya en mí (Ez 47:8ss).

Promesa:  "tu fe te ha salvado" (Mt 9:22).

Alabanza:  Mary y Tom no bloquearon la gracia de Dios con anticonceptivos y aceptaron la bendición que fue el nacimiento de cada uno de sus hijos.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2014

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