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Miércoles, 25 de marzo de 2015

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Anunciación del Señor


Isaías 7:10-14
Hebreos 10:4-10
Salmos 40:7-11
Lucas 1:26-38

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Reflexiones Similares

la concepción inconcebible

"Me has dado un cuerpo" (Hebreos 10:5).

Jesús es el Dios eterno. Antes de su Encarnación, Él fue Espíritu (ver Jn 4:24) y por lo tanto invisible. Si intentáramos ver la gloria de Dios con nuestros propios ojos, sería más de lo podemos soportar (ver Ex 33:20). Por lo tanto, probablemente podríamos ver sólo "la semejanza de la gloria del Señor" (Ez 1:28). Esto hizo que Ezequiel cayera con el rostro en tierra (Ez 2:1). Tal experiencia de la presencia de Dios, aún muchas veces disminuida, probablemente nos noquearía o incluso nos mataría. Por ejemplo, en el fin del mundo, Jesús aniquilará el poderoso Anticristo lo "destruirá con el aliento de su boca" (2 Tes 2:8). Es imposible para nosotros entender y expresar ni aun remotamente lo maravilloso que es Jesús, nuestro Dios.

Esto hace que sea aún más sorprendente que Dios se haya hecho hombre (ver Jn 1:14). Ver a Dios con un cuerpo humano es más impactante que el ver uno a su cónyuge como un comején, cucaracha, o algún otro insecto. Incluso contemplar el cuerpo glorificado, resucitado de Jesús es aterrador. Debe ser imposible para nosotros el poder llegar algún día a acostumbrarnos a ver a Dios como un ser humano.

¿Por qué la Encarnación? ¡El misterio del amor! ¿Por qué la Encarnación? ¡La humildad extrema! Responde al misterio de la Encarnación viviendo una vida radicalmente nueva de amor total por Jesús, el Dios-Hombre.

Oración:  Jesús, Tú mismo te anonadaste por amor a mí (ver Fil 2:7). Yo ahora decido dejar que Tú que me vacíes de pecado, orgullo y egoísmo.

Promesa:  "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo, y será llamado Hijo de Dios" (Lc 1:35).

Alabanza:  ¡Alabado sea Jesús, el Dios-Hombre! ¡Alabado sea Jesús, el Verbo hecho carne! (Jn 1:14) ¡Aleluya!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de agosto de 2014

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