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Sábado, 5 de setiembre de 2015

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Colosenses 1:21-23
Salmos 54:3-4, 6, 8
Lucas 6:1-5

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Reflexiones Similares

el tercer mandamiento

"¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?" (Lucas 6:2).

Guardar el sábado es un signo para mostrar que queremos ser santos y que el Señor nos hace santos (Éx 31:13). Guardar el sábado se considera un pacto perpetuo entre nosotros y el Señor (Éx 31:16). Por eso, la ley mosaica ordenaba que cualquiera que no guarde el sábado "será castigado con la muerte" y de este modo, "excluido" del pueblo de Dios (Éx 31:14).

Conscientes de esta enseñanza del Éxodo acerca de guardar el sábado, podemos ver por qué algunos fariseos criticaban a los discípulos de Jesús por "recoger un poco de maíz" el sábado. También podemos apreciar lo escandaloso y aparentemente blasfemo que era decir que Jesús era "el dueño del sábado" (Lc 6:5).

Jesús, el Señor del sábado, no ha abolido la ley, sino que la ha llevado a su cumplimiento (Mt 5:17). Desde el primer siglo, la Iglesia ha sostenido que Jesús cambió el sábado, último día de la semana, por el primero (ver Ap 1:10). También, creemos que Jesús ha hecho del domingo un día de resurrección, además de un día de descanso. Por eso, al estar bajo el señorío de Jesús, no debemos ceder a la tentación de ponernos a trabajar ni comprar cosas el domingo. El domingo es para proclamar la resurrección de Jesús por medio del culto comunitario, la hermandad cristiana, el estudio de la Biblia y la oración. Mantén santo el día del Señor, mañana y siempre.

Oración:  Padre, que mi culto dominical no se concentre en el fútbol ni la diversión, sino más bien la adoración verdadera a Tí.

Promesa:  "Ahora, Él los ha reconciliado en el cuerpo carnal de su Hijo, entregándolo a la muerte, a fin de que ustedes pudieran presentarse delante de Él como una ofrenda santa, inmaculada e irreprochable" (Col 1:22).

Alabanza:  Padre, dame la gracia de alabarte en espíritu y verdad cada domingo.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015

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