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Viernes, 24 de febrero de 2017

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Eclesiástico 6:5-17
Salmos 119:12, 16, 18, 27, 34-35
Marcos 10:1-12

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esperanza para cada matrmonio

"Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: 'Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes'" (Marcos 10:4-5).

Jesús relacionó el divorcio con la terquedad. La obstinación en este contexto podría ser el pecado, el orgullo, el egoísmo, la negativa a arrepentirse, la soledad, la anticoncepción, la lujuria, la amargura, el resentimiento, la falta de oración, el aislamiento.

Cuando Jesús prohibió el divorcio, dio a entender que las parejas casadas no deben estar oprimidas por la terquedad. El nombre de Jesús está por encima de la terquedad, el pecado, el orgullo (ver Fil 2:9). Jesús nos ha liberado de la obstinación del pecado. Las parejas casadas deben estar unidas en amor y reconciliación, si ponen su matrimonio en las manos de Jesús. Jesús puede reconciliar, sanar y renovar hasta el peor matrimonio. Jesús es la única esperanza para las parejas casadas, y la única esperanza que necesitan.

Si es posible, unan sus manos con su esposo(a); no sea terco, oren juntos, entreguen su vida y su matrimonio a Jesús hoy.

Oración:  Padre, que todas las personas casadas recen esta oración todos los días con su cónyuge.

Promesa:  "Condúceme por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo puesta mi alegría" (Sal 119:35).

Alabanza:  Aunque divorciados, Juan y María se reconciliaron y se volvieron a casar, esta vez incluyeron a Dios en su matrimonio.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 30 de noviembre de 2016.

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