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Sábado, 24 de febrero de 2018

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Deuteronomio 26:16-19
Salmos 119:1-2, 4-5, 7-8
Mateo 5:43-48

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viviendo la dimensión del pacto de la vida

"El Señor hoy te ha hecho declarar que tú serás el pueblo de Su propiedad exclusiva, como Él te lo ha prometido, y que tú observarás todos Sus mandamientos" (Deuteronomio 26:18).

En el antiguo pacto, Dios nos hizo Su pueblo. Nuestra responsabilidad en el pacto era "que tú, por tu parte, seguirás Sus caminos, observarás Sus preceptos, Sus mandamientos y Sus leyes" (Dt 26:17). Éramos totalmente incapaces de la completa obediencia requerida en este pacto. Así que rompimos el pacto.

Entonces Dios hizo un nuevo pacto no solo con el pueblo judío, sino con toda la gente. Él ha convenido no solo a ser nuestro Dios, sino también nuestro Padre. No somos solo Su pueblo, sino también Sus hijos. En este último y mejor pacto con Dios, nuestro Padre requiere que no solo seamos obedientes sino que seamos perfectos (Mt 5:48). Como hijos de Dios, debemos actuar como Dios - hasta el punto de amar a nuestros enemigos (véase Mt 5:44). ¿Cómo podría la humanidad, que fracasó en un pacto menor, ser tan perfecta como nuestro Padre celestial es perfecto?

Dios Padre envió a Su Hijo Jesús para cumplir el nuevo pacto por medio de la vida, muerte y resurrección de Jesús. Debemos creer en Jesús y ser bautizados en Él (ver Rom 6:3). De esta manera, recibimos una nueva naturaleza. En esta naturaleza, tenemos la gracia de llegar a ser perfectos. Lo hacemos siguiendo el Espíritu Santo en quien también somos bautizados. En la vida bautizada del nuevo pacto, la vida en el Espíritu, vivimos en la nueva dimensión de la gracia, la santidad, la perfección, la luz, la libertad, el poder y los milagros.

En esta Cuaresma, a medida que los catecúmenos del mundo se preparan para ser bautizados, preparémonos sacrificial y gozosamente para renovar nuestro pacto bautismal en la Pascua.

Oración:  Padre, que pueda vivir plenamente la vida abundante y eterna del nuevo pacto.

Promesa:  "Felices los que van por un camino intachable, los que siguen la ley del Señor" (Sal 119:1).

Alabanza:  Después de tener un aborto, Sara se sentía muy cargada de culpa. Al confesar su pecado, recibió perdón y sanación.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 29 de noviembre de 2017.

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